La trampa del bimonetarismo: peso para las mayorías, dólar para las minorías.


Lo advierto ahora, a poco más de un año de las próximas elecciones nacionales en Argentina. La brecha cultural, la desaparición del ser nacional como impulsor de la defensa y amor al país, es una de las causas más notorias de la brecha económica. Sino comenzamos a corregir con ejemplos, en especial en los barrios populares y lugares de discusión política el Ser argentino que inspiró San Martín, Belgrano, mujeres y hombres que hicieron a ésta Patria, vamos a seguir cayendo en manos del poder económico.



Algunos le llaman «batalla» a la disputa cultural, como si se tratara de una confrontación medieval y no están equivocados a mi manera de ver. Para batallar hay que generar condiciones, estrategias y activar cuestiones que lleven el plan al objetivo.

Los argentinos somos una economía bimonetaria atada al dólar, como moneda de intercambio y ahorro.

Imaginen un instante si la moneda nacional, Peso, tuviera la fortaleza del dólar. Pensemos en los habitantes de Estados Unidos de Norteamérica, que ahorran en su moneda y vale tanto el dinero de un trabajador como el de un millonario. La diferencia está en la cantidad que ostenta cada uno, y ése es otro punto a desarrollar. Pero su moneda vale.

En nuestro país, el desarrollo de los estándares económicos sociales se dan por varias vías de diferenciación. Uno de ésos estándares se advierte en el trabajador/a que tiene sólo pesos, depende de su salario, la mayoría de las veces sin ahorro. Otro el que puede adquirir algunos dólares para ahorro. y luego los que tienen los dólares.

La trampa de la «grieta» económica y social, es generada por ésta falacia del bimonetarismo, en donde los poderosos ahorran y dan privilegio al dólar, para alejarse de las mayorías pobres que sólo tienen pesos.

No se trata solamente de gobiernos que necesitan divisas extranjeras para adquisición de insumos para la industria y otros. La regla es hacer que nuestro país no llegue al industrialismo o a ser una potencia productiva de materias con valor agregado, sino que debe seguir siendo proveedor de materias primas, para luego adquirirlas a precio dólar y además, depender de la industria externa.

Pocos gobiernos han vislumbrado la necesidad de industrias pesadas argentinas y un peso que sea fuerte: sin industria, sin producción con valor agregado siempre argentina va a depender del dólar.

Ésa dependencia hace fuerte a los que poseen los dólares en nuestro país, y nos generan la incertidumbre cultural de un bimonetarismo que pone al servicio de las minorías los negocios argentinos para que lo paguen las mayorías. El caso de las deudas externas, es obvio el direccionamiento hacia los dueños del poder, jamás se vio que un préstamo haya ido al pueblo argentino en obras, servicios e industria.

La batalla cultural comienza desde la educación inicial hasta la universitaria. Hay que dotar a las mayorías de herramientas intelectuales e históricas para que puedan apropiarse nuevamente de los símbolos argentinos de liberación: industria, producción con valor agregado, trabajo cualificado, distribución igualitario del salario, e inversión educativa y social.

 

 

 

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